sábado, 21 de mayo de 2011

Indignados, también en Comunidad

Con estas caritas de sueño hemos amanecido hoy en la Plaza de la Constitución de Huelva.

Más allá de las razones concretas de cada uno de los asistentes a esta pacífica y muy dialogante concentración, para nosotros era importante estar hoy con quienes manifiestan su esperanza en que las cosas pueden ser de otra forma, con quienes alzan su voz (a tiempo y a destiempo) para poner en claro que hay muchos pecados de acción y de omisión en nuestra forma de gestionar la vida común.

Compartir con otros desde una motivación cristiana este momento de protesta ha sido una experiencia muy gratificante. Lástima que no hayamos podido estar todos físicamente juntos por la necesidad de seguir cuidando en todo momento a los pequeñines. No obstante, en la intención no nos hemos separado ni un pelo.

Encuentro de Reflexión sobre la Vida Común

En estos meses que el blog está un poco parado han pasado muchas cosas en la vida de la Comunidad. Una de ellas, muy interesante, fue el Enc. de Reflexión sobre la Vida Común que tuvo lugar en Tierra Esperanza en el puente de Mayo.



Con ponencias de Joaquín Sierra, Jesusa Arija y Pedro Barranco, una asistencia humilde pero de gran calidad pudo pensar durante un par de días acerca de la importancia que tiene la oración en nuestras vidas puestas en común intentando ser cristianos.


martes, 22 de marzo de 2011

Encuentro de Oración del Secretariado de Comunidades




El pasado sábado 19 de Febrero las Comunidades de Vida de la Diócesis de Huelva se reunieron en el Seminario Diocesano para realizar un Encuentro de Oración que estuvo abierto a toda la Diócesis.


Los integrantes de las comunidades Pueblo de Dios, Tierra Esperanza, Nueva Tierra, Malkut y Amén estuvieron acompañados en el inicio del Encuentro por el Vicario General, Baldomero Rodríguez, quien les describió el organigrama de la Diócesis y la situación que estas comunidades ocupan en él. Posteriormente tuvo lugar una mesa redonda en la que distintos miembros de estas comunidades compartieron sus reflexiones y experiencias acerca de los muchos años vividos de oración comunitaria.

Dos momentos de oración fueron, a continuación, el plato fuerte de la mañana. Después de la comida los niños tuvieron su propio espacio de oración, en el que descubrieron la importancia de no ocultar la luz de Dios que hay dentro de nosotros.

El día terminó con la eucaristía, presidida por Baldomero Rodríguez, que fue el mejor colofón para una jornada intensa y gozosa en la que se disfrutó de la oración y de la compañía de los hermanos, gracias a la hospitalidad del Seminario.

De niños

Que este blog cada vez parece más una biblioteca es innegable. Que los libros que aparecen en ella son, al menos, interesantes, creo que también. Estos son los últimos en pasar por mis neuronas, con mucho gusto.

El primero de ellos, "Cuando los niños dicen ¡Basta!" (Fundación Germán Ruipérez, 2003), del pedagogo y dibujante italiano Francesco Tonucci, es magnífico. Cuantas utopías sensatas en tan pocas y agradables páginas. Para todos los padres, maestros, profesores y adultos en general, me parece una lectura imprescindible. No sólo porque abrirá nuestras mentes a evidencias que han quedado tapadas por la herrumbre del consumo, sino porque, y esta es su principal virtud, da pie a una transformación plausible de nuestro mundo cotidiano (el único que existe).





El segundo, "Bajo presión" (RBA, 2009), del escritor Carl Honoré, no tiene la fuerza de la experiencia que avala a Tonucci pero no deja de ser también, con un estilo más anglosajón (y por qué no, más comercial), muy interesante. Ambos replantean algunas de las "verdades" esenciales de nuestro actual ideario como padres y educadores, y ponen patas arriba, también para nosotros los cristianos, el escenario sobre el que estamos montando el teatro de nuestras vidas y las de nuestros hijos.



Que ustedes los disfruten.
Juan Diego González,
C. Amén.

domingo, 6 de febrero de 2011

A. GARCÍA INDA, B.ARIZTI MARTÍN: Los hermanos Berrigan, Fundación E. Mounier, 2010



¿No es verdad que hay libros minúsculos mucho más oportunos y acertados que otros extraordinariamente voluminosos?

Desde luego, el caso de esta obrita dedicada a dos hermanos sacerdotes norteamericanos me hace pensar que sí. En apenas 140 páginas (de tamaño pequeño) Andrés García Inda Y Bárbara Arizti Martín han sido capaces de presentarnos, de forma amena y documentada a la vez, una biografía de Philip y Daniel Berrigan. Sacerdote josefita el primero y jesuita el segundo, los Berrigan desarrollaron a lo largo de la segunda mitad del siglo XX una intensa labor de agitación en favor de la paz, que les hizo padecer persecución y cárcel.

Pensar en dos sacerdotes agitadores en estos tiempos quizás se nos haga difícil. Tanto como se les podía hacer a los católicos de los sesenta y setenta cuando estos sacerdotes eran identificados como ciudadanos estadounidenses. Si hubieran estado en Perú, Brasil o Chile no hubieran sorprendido a nadie, pero en el mismo corazón de los USA que dos curas católicos se dedicasen a entrar en oficinas gubernamentales, robar los expedientes de reclutamiento de los jóvenes que habían de ir a la guerra de Vietnam y quemarlos después en la puerta de esas oficinas, no podía menos que suponer un revulsivo y una seria prueba de fe. Michel de Certeau (jesuita y protagonista de otro modo, más literario, de enfrentamiento con el orden establecido) subrayó, ya en el año 1968, que con estas acciones los Berrigan rompían con toda una geografía de la subversión.

Os invito a que dediquéis un ratito a esta lectura. No habrá de defraudaros.

Un saludo.

Juan Diego González,
C. Amén.

sábado, 8 de enero de 2011

La conversión


Durante estos últimos años vengo oyendo, como por rachas, discusiones sobre ciertas "raíces cristianas de Europa". Lejos de saber yo si los continentes (o subcontinentes, en este caso) tienen raíces o no, la verdad es que me llama la atención el hecho cierto de que la relación entre religión y cultura es mucho más estrecha de lo que se aprecia en ocasiones. Si la cultura es el conjunto de herramientas que expresa la forma en que un pueblo entiende el mundo, la religión expresa, a su manera, la forma en que se enfrenta con todo aquello que no entiende. Es un espacio para el misterio y para la apertura a lo que nos supera. Por eso religión y cultura, para responder a sus objetivos esenciales, deben encontrarse en un diálogo siempre cercano pero también tenso.

Quizás en estos días ponemos más importancia en la tensión que en la cercanía y por eso me ha resultado muy grato encontrar un hueco esta Navidad para disfrutar viendo "Cuento de Navidad", basada en el título homónimo de Dickens. Tras verla me ha sido imposible no pensar en la importancia que estos pequeños momentos narrativos tienen en nuestras vidas, especialmente, como piezas de ese diálogo entre fe y cultura. En el caso concreto de esta película creo que es central la posibilidad que da de percibir como creíble el fenómeno de la conversión.

Los cristianos que nos decimos serios hemos tenido muy a menudo esta palabra en la boca (sobre todo a lo largo de nuestra juventud) y, por lo que a mi respecta al menos, facilmente dejamos de reflexionar sobre ella y de frecuentarla, a medida que nos vamos sintiendo más seguros de estar en el "camino correcto". Sin embargo, contemplar las andanzas del viejo Scrooge descerraja más de uno de los candados de esa seguridad y vuelve a poner sobre la mesa la posibilidad de cambiar de vida tras un encuentro fundamental. Es algo que cualquier cristiano pensará en cuanto vea la película. Pero su gran mérito dialógico está, en mi opinión, en que genera en nuestro ambiente cultural una perspectiva que permite creer que es posible que la vida de alguien (por más endurecido que esté por la edad, el dolor o la soledad) puede cambiar si es "tocado" de forma adecuada.

El equipo que forman Dickens y Disney, en esta Navidad posmoderna y ya casi laica a fuerza de compras, abre una puerta para que los cristianos de hoy pongamos al descubierto nuestra fe y nuestra esperanza en que la conversión que se nos ofrece es posible. Más allá de las raíces, el árbol de la Iglesia puede encontrar en estas minucias semillas que ir esparciendo por Europa.

Juan Diego González
C. Amén