domingo, 23 de agosto de 2009

Fin de semana en el campo


Desde que compramos el Campo, nuestra intención ha sido siempre la de ir todos los fines de semana. Luego la vida nos ha ido devolviendo otra cosa y, aunque queremos vivirlo mucho más de lo que lo hacemos, las reuniones en los fines de semana, las cosas de Iglesia, nuestra pereza para movernos en invierno... y la vida misma, hacen que disfrutemos de pocos fines de semana como éste.

Muchos nos han dicho que quizás tendríamos que intentar venderlo, cargados de sensatez.

Este fin de semana nos hemos reunido, hemos vivido, hemos compartido, han cenado con nosotros algunos miembros de la Comunidad de Pueblo de Dios. Hemos seguido creciendo en comunidad.

Son estos momentos, en los que la Comunidad va gestándose en ese campo, los que me hacen sentir que el "campito", nos da identidad; ese lugar, desprovisto de muchas de las cosas que en la ciudad nos parecería impensable no tener, nos acerca a la pobreza que Dios quiere; ese lugar nos hace más hermanos de todo el que allí se acerca, nos hace compartir con otros lo que somos y nos abre también a lo que de novedoso trae el hermano. El "campito" me hace vivir el servicio al otro con generosidad y alegría, allí la vida me huele a Evangelio hecho vida "para que el mundo crea".

Sé que no es sensato, sé que es incluso caro de mantener, por lo que en ocasiones pudiera parecer un lujo, sé que no es lógico, sé que es incluso absurdo tener dos casas para una Comunidad que cabe en un coche... pero también sé que Dios se vale de lo ilógico, de lo absurdo, de lo que no cabe en la cabeza, para mostrar su Reino aquí en la Tierra. Y también sé, que eso es el "campito" Amén, un "trocito" de Reino aquí en la Tierra.

Que así sea.

María.


domingo, 16 de agosto de 2009

Peregrinación a Taizé

Durante este verano la Comunidad ha participado en la peregrinación a Taizé organizada por la Diócesis de Huelva, en concreto por el Secretariado de Pastoral juvenil.
Peregrinar a Taizé es peregrinar a las fuentes de la fe, a ese lugar dónde sólo Él y cada uno de nosotros sabemos ir. Se trata del interior de nosotros mismos. Nos dice el libro de los proverbios: Más que cualquier otra cosa, cuida tu corazón, pues de él brotan las fuentes de la vida. Y ese es la mayor experiencia que cualquier visitante puede encontrar en Taizé.
Dejando a un lado la magnífica infraestructura que ofrece, la tan meticulosa organización y la cantidad de recursos y alternativas que ofrece a cada realidad individual (espacios para familias, trabajo por edades, encuentros individuales con los hermanos, momentos de silencio, encuentros por países ... )
Taizé se nos presenta como desierto y común-unión. Ese desierto al que se nos invita regresar para reencontrarnos y redescrubirnos; y esa comunión vivida día a día, codo con codo (en el trabajo, en la oración, en el ocio ...) desde la experiencia del ecumenismo. Haciéndose praxis y carne que todos somos y podemos ser uno.


Si queréis ver más images
de esta magnífica
experiencia las tenéis en
http://www.tuenti.com/#m=Home&func=index

miércoles, 5 de agosto de 2009

Una historia feminista



La lectura del libro de Judit tiene mucho que decir en muchos planos como el del desafío a la voluntad de Dios, la confianza profunda en su providencia, la importancia de las obras en la vida de fe... sin embargo, en mi última lectura me han llamado la atención especialmente las siguientes palabras:


"Vive el Señor, que me protegió en mi camino; os juro que mi rostro sedujo a Holofernes para su ruina, pero no mi hizo pecar. Mi honor está sin mancha". (Jt. 13,16)


¿No es curioso que después de haber mentido y de haber asesinado a un hombre (al enemigo mortal de su pueblo, es verdad) se afirme con toda rotundidad la ausencia de pecado por el mero hecho de no haber consumado la promesa sexual hecha a Holofernes?




lunes, 3 de agosto de 2009

Naturaleza cristiana



"El resultado esencial de la filosofía cristiana es la afirmación meditada de una realidad y una bondad intrínseca de la naturaleza, que los griegos sólo pudieron presentir, por no haber conocido el origen y el fin".
ETIENNE GILSON, El espíritu de la Filosofía Medieval, Rialp, p. 382